abril 24, 2009

Un día

Rossette despertó. Salió rumbo a una cafetería, una más entre el millón de cafeterías idénticas que preparan bebidas idénticas en lugares idénticos. Pidiò una bebida idéntica a la que bebiò el dìa anterior, cuando lo atendió una joven idéntica.

Se sentó en la misma banca del día precedente, con el mismo ágil movimiento sacó una cajetilla de cigarros idéntica a la del día anterior y lo prendió con un encendedor idéntico. Aspiró como miles de veces lo había hecho otros días, meses, años.

Veía a la gente. A veces era la misma, a veces encontraba rostros nuevos. Creía, sin embargo, darse cuenta de las pequeñas diferencias y cambios. Nuevas grietas en el pavimento, un rayón en la banca, un chicle nuevo en la acera. Hacìa lo mismo que el dìa anterior y lo que harìa al dìa siguiente.

Y sí, las encontraba, busca y las veía. Desafortunadamente nunca se dio cuenta de que èl se avejentaba.

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