abril 24, 2009

Sustituto

Ross duerme. Antes de dormir piensa porque no ha conocido a una mujer lo suficientemente interesante como para seguir conociéndola.

Todas le parecen aburridas, sin plática y totalmente convencidas que el mundo gira alrededor de ellas. Si supieran que existió un tal Galileo sabrían que no es así. Eso a Ross le preocupa.

Quizá es una señal del destino que le dice que nunca se habrá de enamorar de nuevo. Hace mucho que no lo hace. Así que se hace a la idea y prefiere buscar, o redescubrir en este caso, pasiones como los libros. No gasta su dinero en flores, chocolates o cenas, mucho menos en invitaciones al cine.

Ross prefiere comprar un libro, otro y otro màs. Va las librerías como un niño va a los videjuegos de la farmacia. Sabe que leer no remediará en nada su ausencia de enamoramiento pero, dice con voz clara, es un buen placebo.

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