abril 24, 2009

Merry-go-round of life




Ross lo sabe. Esta convencido que la vida con su amada es como esta canciòn: alegre, risueña, te invita a bailar y abandonarte al com`´as del vals; pero también es melancólica, llena de dudas y temores. ¿Lo sabe ella?

Sustituto

Ross duerme. Antes de dormir piensa porque no ha conocido a una mujer lo suficientemente interesante como para seguir conociéndola.

Todas le parecen aburridas, sin plática y totalmente convencidas que el mundo gira alrededor de ellas. Si supieran que existió un tal Galileo sabrían que no es así. Eso a Ross le preocupa.

Quizá es una señal del destino que le dice que nunca se habrá de enamorar de nuevo. Hace mucho que no lo hace. Así que se hace a la idea y prefiere buscar, o redescubrir en este caso, pasiones como los libros. No gasta su dinero en flores, chocolates o cenas, mucho menos en invitaciones al cine.

Ross prefiere comprar un libro, otro y otro màs. Va las librerías como un niño va a los videjuegos de la farmacia. Sabe que leer no remediará en nada su ausencia de enamoramiento pero, dice con voz clara, es un buen placebo.

Un día

Rossette despertó. Salió rumbo a una cafetería, una más entre el millón de cafeterías idénticas que preparan bebidas idénticas en lugares idénticos. Pidiò una bebida idéntica a la que bebiò el dìa anterior, cuando lo atendió una joven idéntica.

Se sentó en la misma banca del día precedente, con el mismo ágil movimiento sacó una cajetilla de cigarros idéntica a la del día anterior y lo prendió con un encendedor idéntico. Aspiró como miles de veces lo había hecho otros días, meses, años.

Veía a la gente. A veces era la misma, a veces encontraba rostros nuevos. Creía, sin embargo, darse cuenta de las pequeñas diferencias y cambios. Nuevas grietas en el pavimento, un rayón en la banca, un chicle nuevo en la acera. Hacìa lo mismo que el dìa anterior y lo que harìa al dìa siguiente.

Y sí, las encontraba, busca y las veía. Desafortunadamente nunca se dio cuenta de que èl se avejentaba.