septiembre 12, 2009

Antes de dormir

Antes de dormir deseaba decir sus oraciones. Sus peticiones no eran convencionales, quería un buen clima para mañana o que las lagartijas llegaran a su ventana por la mañana.

En sus plegarias, dirigidas a dioses poco convencionales, solicitaba la intercesión y que milagrosamente de la regadera salieran litros de un buen Shyraz, o que la cajetilla nunca se vaciara, igual que el cesto de los pescados.

Pedía, además, aprender nuevos chistes de gallegos o de pollos y tener las palabras exactas para expresar sus emociones. Había descubierto que las largas palabras y complejas oraciones poco dicen en el fondo y que, como dice Jorge Drexler, hay palabras de una sílaba que encierran emociones infinitas.

Eligió sus unisílabos favoritos: sal, as, do, jazz, ja, tú. Sorprendido de poder definirse con seis palabras, durmió tranquilo.

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