septiembre 12, 2009

Reencuentro

¿Sabrá Pepe Carvalho que lo ayudó? ¿Estará al tanto de que en climas húmedos y calientes sus desvarios y descubrimientos evitaron que cayera en una profunda depresión? ¿Conoce el resultado de su aventura peninsular?

Supone Ross que no. De cualquier forma le brinda un homenaje con cada copa de vino bebida y cada cigarro fumado. Con cada beso a los senos de su amada y mordidas en su espalda desnuda le expresa su enorme gratitud.

Ross le agradece. Ross le envía un saludo a Manuel Vázquez Montalbán al cielo de Bangkok y espera encontrarse de nuevo con Carvalho

Before today (Everything but the girl)

Antes de dormir

Antes de dormir deseaba decir sus oraciones. Sus peticiones no eran convencionales, quería un buen clima para mañana o que las lagartijas llegaran a su ventana por la mañana.

En sus plegarias, dirigidas a dioses poco convencionales, solicitaba la intercesión y que milagrosamente de la regadera salieran litros de un buen Shyraz, o que la cajetilla nunca se vaciara, igual que el cesto de los pescados.

Pedía, además, aprender nuevos chistes de gallegos o de pollos y tener las palabras exactas para expresar sus emociones. Había descubierto que las largas palabras y complejas oraciones poco dicen en el fondo y que, como dice Jorge Drexler, hay palabras de una sílaba que encierran emociones infinitas.

Eligió sus unisílabos favoritos: sal, as, do, jazz, ja, tú. Sorprendido de poder definirse con seis palabras, durmió tranquilo.

abril 24, 2009

Merry-go-round of life




Ross lo sabe. Esta convencido que la vida con su amada es como esta canciòn: alegre, risueña, te invita a bailar y abandonarte al com`´as del vals; pero también es melancólica, llena de dudas y temores. ¿Lo sabe ella?

Sustituto

Ross duerme. Antes de dormir piensa porque no ha conocido a una mujer lo suficientemente interesante como para seguir conociéndola.

Todas le parecen aburridas, sin plática y totalmente convencidas que el mundo gira alrededor de ellas. Si supieran que existió un tal Galileo sabrían que no es así. Eso a Ross le preocupa.

Quizá es una señal del destino que le dice que nunca se habrá de enamorar de nuevo. Hace mucho que no lo hace. Así que se hace a la idea y prefiere buscar, o redescubrir en este caso, pasiones como los libros. No gasta su dinero en flores, chocolates o cenas, mucho menos en invitaciones al cine.

Ross prefiere comprar un libro, otro y otro màs. Va las librerías como un niño va a los videjuegos de la farmacia. Sabe que leer no remediará en nada su ausencia de enamoramiento pero, dice con voz clara, es un buen placebo.